sábado, 6 de febrero de 2016

Ante todo no hagas daño

Desayuno de sábado saltando páginas de batallas más que pactos, teatro más que politica, agobiante incertidumbre sobre el modelo de estado que nos tocará sufrir. Me detengo interesada en una entrevista a Felix de Azúa. Voz libre, inteligente, valiente. “Mi desengaño de lo colectivo raya lo absoluto. La historia de un fracaso. Intentar saber si es posible ser un individuo.” De repente, pienso en  la reciente noticia de 10.000 niños desaparecidos de entre las filas de desesperados sirios vagando por Europa. Escalofriante. Qué desesperanza. Cierro el periódico. Junto al café, la contra de la Vanguardia. De reojo, reconozco la expresiva cara del neurocirujano británico cuyo libro recién publicado me interesa y apetece mucho leer.

Justo esta tarde he quedado en la Central: librería de Barcelona que inspira, te sumerge en autores, portadas, historias; laberinto y cueva, refugio exquisito. Entre la lista de libros, el de este neurocirujano. “Ante todo no hagas daño.”

Cuánta razón. Henry Mash. Se vislumbra un sabio. No sólo se atreve con todo un tabú de la medicina: los errores; la dificultad de asumirlos, aprender de ellos, sino que los plantea abiertamente. Como comenta en la entrevista -y seguro se adentrará  con maestría en su libro-   en medicina, y, en concreto, en su campo que es la neurocirugía donde cualquier error puede tener consecuencias terribles “lo más difícil es tomar la decisión correcta”

Acertadísima afirmación. A propósito, pienso en el caso de la paciente que ayer remití con urgencia a neurocirugía. Buen ejemplo para entender en que aguas navegamos los profesionales de la medicina.

35 años. Sin problemas de salud  hasta tan sólo unas semanas atrás  cuando comenzó a notar un llamativo acorchamiento en su pierna izquierda. Después de pasarse  unos días suspirando para que desapareciera de modo espontaneo esta extraña sensación,  al fin, se decidió a consultar  a un traumatólogo. Tras resultar normal  una RNM lumbar y un electromiograma, éste  la aconsejó visitara a un neurólogo.

Paso enseguida a explorarla. Como sucede a menudo, el pequeño martillo  resulta clave. Compruebo que sus  reflejos rotulianos se muestran algo más vivos de lo normal.  Por contra, en los brazos, salen normales. Así pues, en la médula dorsal puede estar el problema. De inmediato, me preocupo. Trato de explicárselo procurando no alarmarla. De momento, faltan pruebas. El que tenga sólo afectada una pierna va en contra de una lesión en dicha localización aunque no lo excluye. Para asegurarme y no demorar más el diagnóstico,  solicito un estudio de RNM cráneo medular completo.

Mis sospechas se confirman. Estudio normal excepto una única lesión dentro de la médula dorsal informada por el radiólogo como posible angioma cavernoso intramedular que ha sangrado recientemente. Un tumor vascular benigno, benigno aunque  en la peor de las localizaciones posibles. De momento, la clínica es mínima. La imagen objetivada asusta. Tratandose de una tumoración, corresponde al neurocirujano determinar la mejor conducta a seguir. Por mi parte, pienso… mejor ni tocar, de momento, ni tocar, ingresarla, realizar estudios de RNM centrados en dicha zona, ver la evolución, si desaparece el sangrado, si la clínica no empeora...qué zona más delicada para intervenir, pero, si no se interviene... como una bomba... comentarlo en sesión clínica, discutir y consensuar la mejor alternativa… operarla de urgencia en cuanto la clínica vaya a más. Toca al neurocirujano decidir. Riesgos y beneficios. Menudo caso más delicado. “Sólo hace falta tres meses para aprender a hacer una operación concreta, pero más de treinta años para saber cuando no hacerla” deseando leer tu libro, apreciado colega.  Acierto y suerte, muchisima suerte, apreciada paciente.


                                           
                                 


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