domingo, 19 de marzo de 2017

Enzimas milagrosas

  

El viernes fui a recoger mi analítica. No temblando, pero casi. Pánico del médico frente a su propia salud.  Ingresar, operarse, vías y sueros, noches sin dormir, el dolor y la enfermedad que un día u otro llegará.

Un poco elevado el colesterol y francamente bajo el nivel de vitamina D. Por lo demás, perfecto todo. Un alivio que ya preveía, pero el miedo es más emoción que razón. Lo cierto es que me encuentro más cansada de lo habitual, la edad no perdona, pero viendo a Mercedes Milá piernas arriba y abajo  en el Chester del presentador  Risto Mejide, a años luz, a pesar de que me lleva unos cuantos.  Es evidente que ella no está todo el día sentada frente a un paciente o el ordenador, seguro que hace ejercicio, cuida su dieta, el peso, lástima que su exceso de vitalidad le conduzca a un cierto descontrol en cuanto a lo que dice y como lo dice. Inteligente y aguda, entusiasmada con su dieta o enzima milagrosa. Y llegó el químico.

La batalla servida. A menudo me encuentro entre conversaciones de amigos, más amigas que amigos, hablando de la virtud de esta planta, esa varita mágica que los médicos tras tanto estudiar no hemos sido capaces de descubrir y, en vez de utilizar extracto de ese milagro para curar el cáncer, nos dedicamos a dar quimioterapia al paciente, por lo visto, por pura afición. He aprendido a no entrar en discusión, me contengo, en el caso de alguna amiga muy amiga, trato de darle la vuelta a la conversación y aleccionarlas respecto a que en el campo del cuidarse y alimentarse correctamente, tienen su marco de acción. Por el contrario, en el de la enfermedad, al menos respeten nuestra lucha por tratar de investigar y encontrar tratamientos adecuados para curar o paliar su evolución. Implacables enfermedades como el cáncer, una lucha que ojalá curara una enzima milagrosa o esta o esta otra planta. Desesperante.

El químico en cuestión, simplificó su explicación. Acusó a su contrincante de utilizar la televisión para difundir falsedades. Y Mercedes Milá se lanzó al ruedo. Le atacó como una flecha directa a su barriga. Nada tenía que ver con el tema de la enzima excepto que, efectivamente, al químico le sobraban kilos muy localizados en el abdomen y,  su contrincante, gracias a una dieta, ejercicio físico o tanta energía desbordante, se mantiene en una forma aparentemente envidiable.

Señores. Mi propia experiencia. Cualquiera dieta saludable llevada por un nutricionista competente previa supervisión por un médico u endocrino, cualquiera, suele reducir peso, mejor si se realiza lentamente, mes a mes hasta conseguir el peso ideal. Controlar el sobrepeso, colesterol, la tensión arterial, el azúcar, no fumar, evitar el alcohol, medidas básicas para prevenir enfermedades vasculares. Y, por cierto, mirarse la vitamina D en sangre; vital para fijar el calcio en los huesos y evitar o frenar la osteoporosis tan frecuente sobretodo en mujeres. Ni enzimas milagrosas, ni otros milagros. Andar, comer sano y no fumar, por cierto, más de una amiga de las que me hablan de varitas curativas, fuma. El tabaco es un más que reconocido y estudiado veneno con más de 4000 sustancias añadidas, 400 tóxicas, 40 canceríferas. A ver si de una vez lo retiran del mercado. No se entiende. Contenta con mi análisis, contenta de que el martes empieza la primavera, ganas de sol y mar hasta que la enfermedad me lo impida. Mientras tanto, toca cuidarse. 

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A. N. Autor?

                                         
                           

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