domingo, 18 de febrero de 2018

Abismos

«Nuestro tiempo es el tiempo de lo que todo se acaba…» así arranca  el  ensayo de Marina Garcés titulado Nueva Ilustración radical. Un pequeño libro de apenas 70 páginas para reflexionar sobre el tiempo que nos está tocando vivir. ¿Hasta cuándo tendré empleo? ¿Hasta cuándo viviré con mi pareja? ¿Hasta cuándo  resistirá el planeta? ¿Hasta cuándo creeremos  en la democracia? Sin duda,  estamos en el tiempo del hasta cuándo.  

Unas simples líneas iniciales me han enfrentado de bruces a la realidad del momento.. En cierta manera, perdidos, un tiempo que suena a rendición, insostenibilidad. Cierro el libro y me pongo a escribir. Seguro que la autora pretendía engancharme con este arranque y pasar posteriormente a exponer sus soluciones, sin embargo, demasiado arranque para toda una tarde de domingo por delante.  

Antes de abrir este libro acababa de hablar por teléfono con un amigo muy querido que me ha contado sus preocupaciones respecto a la adicción a los videojuegos que está observando en su hijo de13 años.  Según su visión de padre inteligente, el problema no radica tanto en las horas que dedica a ello, sino en la absoluta falta de interés que demuestra en el resto de actividades. Enganchado a los videojuegos, el tiempo que pasa realizando otras tareas es tiempo en blanco en espera de lo que de verdad le motiva.  Preocupante, cierto, le comento que debe ser muy habitual en los adolescentes de hoy en día,  le escucho sin aportarle soluciones pues imagino que sabe perfectamente que existen psicólogos especializados en ello. Escuchar y preocuparme por el cerebro de este adolescente que acude cumplidor a las clases de golf de los domingos esperando que llegue la tarde para ponerse delante de la pantalla y disfrutar de su adicción. Pues una adicción a deshabituar es lo que presenta este adolescente. Adicción imagino compartida con millones de adolescentes de las sociedades llamadas avanzadas.

Menuda manera de empezar una tarde de domingo. «Con todos los conocimientos de la humanidad a nuestra disposición, solo podemos frenar o acelerar nuestra caída en el abismo». Otra de las frasecillas lapidarias de esta  filósofa en el arranque del libro comentado. Insostenibilidad del planeta, insostenibilidad del capitalismo en sí mismo. ¿Hasta cuándo podremos los seres humanos aguantar las condiciones de vida que nosotros mismos nos imponemos sin rompernos (individualmente) o extinguirnos (como especie)? Preguntas que apuntan directamente a nuestra fragilidad,  a nuestra finitud.  No sigo. Imprescindible, un paseo, música de Bach y  aire fresco, menos mal que en Barcelona tenemos mar y el mar se nos muestra infinito.


                                         

6 comentarios:

  1. Interesantísimas reflexiones, estimada colega. Quiero creer que también la esperanza, lo mismo que tu precioso Mediterráneo, puede ser infinita.

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  2. Mil gracias por tus comentarios.. veo que tienes blog.. entrare¡

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  3. Aceptar que todo se acaba es quizás el tránsito necesario para vivir el presente como eternidad.. lo malo es quedarse en el tránsito, sin poder recuperar el pasado, en el que vivíamos con la osadía que da la inconsciencia de la finitud, ni poder acceder a vivir el momento con presencia plena... en el tránsito vivimos con nostalgia, miedo y destellos de la belleza de ese presente eterno. Así lo vivo yo, querida prima.

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  4. Eso.. en el tránsito...que bien verte por aquí.. kiss prima

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  5. La finitud nos acompaña junto con nuestra eternidad. Es curioso y casi contradictorio, es la moneda con la que estamos acuñados.
    Finitos en lo material y Eternos en esencia.
    Casi como el Arte (bellisimo).

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  6. Mil gracias por tan interesantes comentarios que enriquecen mis reflexiones. Un abrazo

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