domingo, 21 de octubre de 2012

Mentiras o verdades inventadas


Aunque me gustaría, no  sigo de cerca la batalla por la presidencia de los EEUU que al parecer está siendo más igualada de lo esperable.  Los telediarios nos informan diariamente pero con excesiva brevedad. Lástima porque -según me cuenta una muy querida e informada amiga- el espectáculo es una muestra de la demagogia más pragmática y aplastante. Interpreto que el ejemplo  comentado no es exactamente un hecho fidedigno sino  un supuesto representativo: el candidato republicano en una sala repleta de de diabéticos  Si tuviera una enfermedad me gustaría ser diabético“ les suelta tan contento. De risa. De pena. Realmente la democracia está viviendo unos momentos explosivos. La caza del voto es tremenda. Y, oh esperanza, contra las cuerdas, sonriendo, lejos de esa sonrisa seductora que le alzó a la presidencia  y que ojalá  recupere, pero, por desgracia, la osadía y espontaneidad del primerizo se pierde, las dificultades y ataduras del poder desgastan   y   la confianza en uno mismo tiene sus límites.

"Se miente por falta de fantasía, también la verdad se inventa" frase de Antonio Machado extraída de la libreta de  reflexiones de mi padre. La intuyo, me gusta, se me escapa. Sinceramente, sobre verdades y mentiras los neurólogos navegamos -como la inmensa mayoría- entre el engaño y la incredulidad, si bien  determinados casos clínicos nos invitan a participar en el debate.  La enfermedad de Korsakoff es una muestra de  hasta qué  punto nuestro cerebro es una caja de sorpresas al respecto.  Descrita en 1880 por el médico ruso que lleva su nombre, se trata de un daño  cerebral  provocado por un déficit de vitamina B1  mayoritariamente secundario a la ingesta crónica de alcohol. El paciente presenta de modo más o menos súbito una severa pérdida de memoria tanto de lo ocurrido o aprendido en  el pasado  (amnesia  retrógrada) como desde el comienzo del cuadro clínico (amnesia anterógrada) además de un tercer e intrigante síntoma: la tendencia a fabular o contar historias falsas relativamente normales o verosímiles sin ánimo expreso de mentir. Como si el paciente rellenara sus vacíos de memoria con falsos recuerdos creados por su cerebro dañado. Una  falsificación creativa de la memoria atribuida a la lesión de los lóbulos frontales cuyas neuronas son las encargadas de organizar los recuerdos para que la historia salga  lógica y con sentido. ¿Historias creadas por el cerebro dañado para llenar huecos de información perdida? Recuerdos falsos o verdaderos. La memoria o esa colosal herramienta mucho más subjetiva de lo que creíamos. En todo caso, no parece el caso de los políticos y sus mentiras o verdades inventadas.  Aunque de tanto apaluso  se las acaben creyendo, aunque el champagne no falte en las campañas.
    
Richard Serra