sábado, 13 de abril de 2013

El conocimiento como don


De un año intenso ante la enfermedad cercana,  a otro  intenso en cuanto a razones completamente inesperadas;  papeleos,  asesores, pagos por aquí, pagos por allí… y todo ello en plena vorágine   de esta endiablada  crisis tan desastrosamente gobernada desde las altas esferas por no llamarlas cloacas. De la soñada y merecida paz tras la tormenta de lo que de verdad importa,  de momento, visto lo visto, toca resignación y esperar a que este entretiempo  no se eternice.  
 
Es curioso el poco conocimiento que tenemos de las cosas cuando no las hemos vivido previamente. Ya te puede contar un amigo que tardó un año en arreglar tales papeles… ojo con los asesores que con mucho más frecuencia de la deseada  suelen anteponer  sus propios intereses… ojo con…  ya te pueden contar misa; lo entiendes, lo sabes; como si no lo supieras. Hasta que lo vives en tus propias carnes; nada;  ni te enteras.

El conocimiento como don. No hay enseñanza sino reminiscencia, nos muestra Platón con envolvente y prodigiosa capacidad de razonamiento en sus  Diálogos entre Sócrates y Menón.  Recuerdo el impacto que me causó su lectura. Me encontraba profundizando  sobre el tema de la memoria para resumirlo en un capítulo de mi libro El cerebro al descubierto. De repente; lo vi claro; el conocimiento como don;  los avances en neurociencias apuntaban y continuan apuntando,  una y otra vez,   en esa dirección. De la misma manera que el lenguaje debe de estar predeterminado en nuestras neuronas, puesto que un niño sin necesidad de aprendizaje explicito  -con solo escucharlo- es capaz de adquirirlo con asombrosa facilidad; un verdadero milagro de la naturaleza o de nuestro cerebro. De la misma manera, plantearse que nuestro cerebro encierra mucho   más conocimiento del que somos capaces de imaginar, se acerca más a una realidad demostrable que a un sueño indemostrable. Tiempo al tiempo. Y, mientras tanto, en contraposición,  no es menos cierto un dicho popular que viene al caso en relación a mi inesperado año de sorpresa en sorpresa; “la experiencia es un peine que te regalan cuando te estás quedando calvo “Y, mientras tanto, en absoluto pretendo quejarme; acabo de reservar mesa en Igueldo.  Ayer estuve comiendo frente al mar por  la Barceloneta  y antes de ayer  en  La Balsa en medio de vegetación y luz. Qué paséis un buen sábado noche, donde os apetezca, queridos lectores.

 

Foto: Feliz Fernandez de Castro
Entrada en F.