viernes, 26 de abril de 2013

La paciente que lloraba


La protagonista de mi nueva novela es médico.  También lo fue en “Corazón negro” la primera que escribí hace más de veinte años; una doctora en África. Desde entonces,  para abstraerme de mi profesión, he escrito sobre barqueros, encargadas de hotel,  editores… sin pretender huir de la medicina, la medicina me facilita en exceso la escritura y el ejercicio o esfuerzo creativo por una parte se ve favorecido, pero, por otra,  la literatura en si misma pierde peso dado el flujo de conocimientos médicos como recurso narrativo. Un equilibro difícil de compaginar.  Abstracción y aprovechamiento de lo que realmente conozco. Espero conseguirlo; la experiencia de los años me ayudará; espero.
 
Escribiendo mi nueva novela,  la doctora Rossetti, una de las  tres hermanas de la historia,  se encuentra en el  hospital tratando de resolver un caso clínico en plena tensión y dudas sobre una decisión de gran importancia personal ajena a la medicina.  Y el caso que me ha venido a la mente  ha sido uno que viví de cerca hace unos años; real, cuanto más real, mejor se expresa un caso clínico, eso lo he comprobado una y otra vez desde que comencé  escribir divulgación científica hace  ya bastantes años.
 
La mujer de unos setenta años había ingresado de urgencias con una debilidad extrema. En apariencia grave, con las constantes vitales dentro de la normalidad. A las preguntas referidas para la correspondiente historia clínica, la paciente respondía llorando. Imposible aclararse. Al parecer, llevaba así varias semanas,  día a día más débil, llorando, el médico que la había visitado al inicio del cuadro, basándose en una analítica y en sus quejas de dolores musculares generalizados, la había diagnosticado de fiebre reumática y la había pautado corticoides. No solo no había mejorado, sino que progresivamente se encontraba más débil. Un caso complicado de diagnóstico. De hecho, en medicina, llegar al diagnóstico correcto no suele ser sencillo. Un primer paso esencial que en este caso había complicado el caso. “Ni fiebre, ni reuma, señora, el tratamiento con corticoides no ha hecho más que enmascarar la clínica y dificultar la valoración de los análisis”  La exploración resultó clave. Un soplo cardiaco orientó el caso. La ecografía cardiaca y el resto de pruebas confirmaron el diagnóstico de endocarditis bacteriana. Una infección del corazón por una bacteria que debido a las semanas pasadas desde el inicio de los primeros síntomas había destruido casi por completo la válvula aortica y ahora   debía ser intervenida de urgencia además de comenzar de inmediato con el correspondiente tratamiento antibiótico por vía endovenosa.

Explico este caso como ejemplo de lo que se debe evitar: tratar un caso clínico antes de llegar a un diagnóstico de certeza. Si hay sospecha clinica de que iniciar el tratamiento es urgente, pues se ingresa al paciente para realizar el estudio diagnostico  oportuno lo más rápido posible, en otros casos,  las pruebas  pueden realizarse de modo ambulatorio. Y ojo con el llanto que habitualmente solemos atribuir a una depresión. "Un paciente con un cuadro grave rara vez llora", recuerdo que comenté  justo en relación a este caso - equivocandome justo en relación a este caso-  La paciente se intervino con éxito reemplazándose  la válvula cardiaca destruida por una prótesis;  el tratamiento antibiótico durante unas semanas resolvió  la infección. Una infección que comenzó el día en que la paciente se extrajo una muela sin tratamiento profiláctico antibiótico. Otro error. Pero, he rescatado el caso para  mi novela, no por los errores comentados,  sino por los llantos, mi frase equivocada;  o no tan equivocada; los pacientes con un cuadro grave rara vez lloran; cierto; rara vez, rara vez, pero no siempre.  Buen caso para aprender lo que se debe y lo que no se debe hacer. Médicos y pacientes incluidos. Por cierto, esta entrada se la dedico con todo mi cariño a mi queridísima famila D. Valientes y supervivientes, entre otras grandes cualidades.


Foto: Gart-mardenubes.blospot.com