domingo, 9 de junio de 2013

El lenguaje universal


Mi sobrino Hugo acaba de cumplir un año. Cuando me dedica una de sus maravillosas sonrisas; la vida vale la pena. Gatea como un campeón y está a punto de andar. Pero, mientras gatea, necesita parques con césped; césped y no tierra o cemento, señores alcaldes; césped de jardines comunitarios rigurosamente limpios, no césped donde los propietarios de sus adorables  perros no recogen lo que si recogen de las aceras. Sigamos con los niños.

Al desarrollo cerebral le  he dedicado varias entradas, no obstante,  ahora que  mi sobrino está a punto de comenzar a andar, se me ocurren infinitas. Este primer año, esencial en su vida, torbellino de actividad neural, sobrepasado con un diez. Sus redes neuronales  se han ido formando y organizando  a base de estímulos sensoriales; auditivos, visuales... es como si el motor estuviera listo para arrancar, la escultura en parte moldeada, su cerebro - como una esponja que absorbe lo que le rodea-  listo para sorprendernos.

Al lenguaje también  le he dedicado varias entradas,  no obstante, ahora que mi sobrino  está a punto de comenzar  a hablar, se me ocurren infinitas. Y es que el lenguaje es un libro abierto de cómo funciona el cerebro. Y es que el lenguaje es lo más parecido a  las alas de la condición humana. Asi pues, hoy se me ocurre reflexionar  sobre  una evidencia que rompe barreras de todos los colores: LA GRAMATICA  UNIVERSAL.

El lingüista Noam Chomsky fue el primero en resaltar que entre las distintas  estructuras de las lenguas humanas existían más similitudes que diferencias.  Nuestros antepasados fueron moldeando el lenguaje simbólico e inventaron la sintaxis. De alguna manera todos los idiomas encierran esos primeros y decisivos pasos de la humanidad: las reglas compartidas. En poco más de tres años, mi sobrino adquerirá  lo que a la especie humana le debió costar  miles y miles de años. Sin esfuerzo, sin necesidad de aprendizaje explicito, con solo escuchar las palabras de su entorno, dentro de muy poco comenzará a decir palabras sueltas, a los 18 meses ya las combinará y a los tres años poseerá una amplia capacidad lingüística; un milagro de la evolución, aunque, por desgracia, un milagro temporal. Pasado un determinado periodo crítico -estimado sobre los 6 años- su habilidad lingüística comenzará a esfumarse y después de la pubertad, los idiomas deberá aprenderlos ya con mucho más esfuerzo y tesón  (habilidad variable de una persona a otra). Pero, ahora, su cerebro se encuentra abierto a cualquier idioma. Con solo escucharlo en su día a día  lo adquirirá para siempre. Tan increible como cierto, querido sobrino. Ya llegarán los años  de duro aprendizaje, ahora toca disfrutar escuchando. Feliz cumpleaños.

 
Foto: Jarrett Gorin