miércoles, 17 de julio de 2013

Veo una voz


Al borde de cumplir   80 años, el neurólogo Oliver Sacks,  en un artículo  publicado hace unos días en el País;  natural, sin pretensiones; un sabio. "Casi no me lo creo, muchas veces tengo la sensación de que la vida está a punto de empezar, para en seguida darme cuenta de que casi ha terminado. Siempre fui el más joven: el más joven  de los hermanos, de los primos, de la clase... sensación que  he mantenido. A los ochenta años, con un puñado de problemas médicos y quirúrgicos, aunque ninguno de ellos vaya a incapacitarme, me siento contento de estar vivo. No pienso en la vejez como una época cada vez más penosa que tenemos que soportar, sino como un periodo de ocio y libertad”.
 
Grande, Oliver Sacks. De todos sus magníficos libros divulgativos sobre el campo  de la neurología, “Veo una voz” me impresionó muy especialmente. Brillante, verdad, pasión, ciencia e interés genuino hasta extremos de trasladarse a vivir a una comunidad de sordos durante una larga temporada para saber; entender, escribir sobre el lenguaje de los sordos desde el corazón y la razón; una lectura amena y clara para ayudarnos a entender que a través de sus manos y sus gestos  los sordos utilizan símbolos a la altura del lenguaje oral; tanto o más creativo; todo un mundo por descubrir. Grande, Oliver Sacks  El hombre que confundió a su mujer con un sobrero”  le abrió el camino; su saber y capacidad literaria,  además de sus ochenta años de experiencia,  lo mantienen como un clásico de referencia.
 
El lenguaje de los sordos. Cenando con un grupo organizado por un vecino y amigo norteamericano que celebraba una exposición de pintura, me tocó sentarme frente a dos hombres sordomudos  que mientras sonreían integrados se comunicaban entre ellos con una habilidad pasmosa. El resto del grupo -unas veinte personas- mayoritariamente de habla inglesa;  entre su poca facilidad para idiomas que no sean el suyo, entre mi poca facilidad para idiomas que no sean el mío; una agradable velada con más sonrisas que contenido  me ayudó a reflexionar. Quizá en el lenguaje de los sordos esté la clave del lenguaje común entre todos los mortales. Desde niños, el inglés como idioma de referencia, de acuerdo,  pero, la expresividad de las manos de mis dos vecinos de mesa mientras mantenían una conversación fluida con los gestos como símbolos en sustitución de sus pensamientos, ocurrencias,  ideas, me iluminó la mente. De norte a sur, todo el planeta con su enriquecedora  diversidad  de idiomas, desde niños aprendiendo  el leguaje de los sordos; fantástica herramienta de comunicación universal, si señor,  Veo una voz,   precioso titulo, apreciado colega.  

 

Foto: Masao Yamamoto
Entrada F. Alejandro Sales