domingo, 8 de mayo de 2016

Empezar de cero

Desconcertante, desesperante… muy de tanto en tanto - menos mal-  la visita médica parece un cable de alta tensión, otras desconectado. Por lo general, viéndoles entrar, ya lo intuyes, algo no va a funcionar.  

“No. No queremos enseñársela. Queremos que empiece de cero” Perpleja, no recuerdo semejante frase o disparate en tanto montón de años visitando. La historia clínica comienza recogiendo datos y más datos; del motivo de consulta a los antecedentes patológicos, diagnósticos y tratamientos previos; cuanta más información, mejor; para ayudar, solucionar, se sobreentiende. Pues no. Por lo visto hay quien no lo tiene tan claro. “Queremos que empiece de cero” frase soltada por el marido de la paciente con determinación y un molesto tono de exigencia. Perpleja, tras unos segundos, reacciono. “Vamos a ver… si hace unos meses se realizó una RNM craneal es preciso verla, al menos, tener información del resultado; no descarto solicitar otra,  pero, por supuesto, los resultados de la ya realizada  los necesito conocer”

Empezar de cero. La medicina no funciona así… trato de explicarles algo tan obvio manteniendo la calma en un día que no es mi día. La necesidad de conocer sobre cada caso clínico cuantos más datos mejor. Y, en su caso, un caso de cefalea, pues también. La paciente y su marido no sólo no me entienden sino que amagan con marcharse. Ningún problema, un alivio, pienso mientras tratan de aleccionarme “Es usted la que no nos entiende. Estamos hartos de ir a médicos que lo único que hacen es cambiar una medicación por otra, más de quince años y siempre es lo mismo: más dosis, otra medicación y adiós muy buenas… hartos, hartos", volviéndose a sentar ante mi silencio o ante lo absurdo de su marcha cuando han realizado más de cien kilómetros en coche para venir a mi consulta habiéndose informado de mi experiencia en el campo de las cefaleas.  A ver como acaba este disparate de desconexión. No pinta bien. Ni me entienden, ni les entiendo, en eso si estamos de acuerdo.

No me queda otra. Sacar de la bata una barita mágica para tratar de reconducir la visita, dejar de lado la obvia necesidad de ver la RNM motivo de discordia y comenzar de una vez la historia clínica. Al menos, obtener los datos indispensables. La frecuencia, características, medicación… mientras voy preguntando y anotando, trato de explicarles los conocimientos actuales sobre las migrañas; la importancia de no abusar de calmantes dado su efecto rebote. Evitarlos y encontrar la medicación preventiva o diaria más eficaz. Ojalá existiera el equivalente a un antibiótico para cada una de las enfermedades de nuestro cuerpo, pero, ni se vislumbra, asi que, como hasta ahora le han estado aconsejando sus médicos, en las medicaciones preventivas está la clave de su calidad de vida. En mi experiencia, raro es el caso que no se consigue una mejoría clínica significativa siguiendo las indicaciones médicas. Paciencia y un calendario marcando los días que se tiene dolor. Revisiones periódicas. Si se automedica, no hará más que empeorar. 

Se levantan. Ni contentos, ni tan tensos como al principio; algo es algo. En mano, receta y petición de RNM craneal de control  dada la frecuencia diaria de sus cefaleas, pero con el compromiso de traerme los resultados de la realizada hacia unos meses. Menudo bucle de desconexión. No te entiendo, no me entiendes... “La complejidad de las cosas dentro de las cosas, es sencillamente inagotable” reflexiona la escritora Alice Munro. No hay forma de conocer a nadie, de explicar la conducta de los demás, ni siquiera de los seres más cercanos… acabo de leer esta mañana en el País dentro de un artículo delicioso firmado por el escritor Gustavo Martín Garzo “El fracaso del amor” inspirado en Julieta, la última película de Almodovar. Qué buena pinta. ¿Qué sucede cuando aceptamos lo inevitable de la perdida? ¿Cuándo ya no nos quedan lágrimas? La culpa es el último asidero del amor; ni eso  queda; perturbador. Habrá que verla. Y la nueva RNM craneal que no he tenido más remedio que pedir a esta paciente… o, visto lo visto, quizá no vuelva a mi consulta y se busque a otro neurólogo con el que conecte mejor. Ojalá. Sin conexión entre médico y paciente no hay medicina que valga. 



                                     

4 comentarios:

  1. Esto es así. Se va al médico con desconfianza. No lo entiendo. ¿Pasa con todas la profesiones?. No es mi caso cuando consulto a un profesional es porque creo que sabe más que yo y suelo hacerle caso.

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  2. Thanks for you comment and support, dear doctora

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  3. Yo considero que la varita mágica de que habla si existe: sería utilizar el sentido común, sentido humano y más amor a su profesión. Entendiendo la desesperación del paciente y su familiar. -Yo creo- y solo opino con respeto, que tal vez no es lo adecuado pensar -¨por mi encantada que se vayan¨. Talvez un poquito de comprensión a alguien ya desesperado y que no sabe expresarse y decirles.....muy bién; empezemos desde cero.A ver déjeme revisarla, tomarle su presión, su peso, sus datos etc.y luego en forma comprensiva decirle: a ver cuénteme que le pasa, que siente, desde cuando etc.Y si aún persisten en su necedad entonces SI bueno: yo deseo ayudarle pero necesito su cooperación y si no me la puede dar pués disculpeme no la puedo atender. Es solo mi punto de vista pero en fin hay días así.Paciencia y Dios le bendiga en su profesión.Saludos cordiales.

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  4. Gracias, Rodolfo, buena reflexion. Por cierto, trasmites talento para ser medico.Tendrias la consulta a rebosar. Por cierto, la mia tambien lo está. Eso si, si no se conecta con el medico, mi aportacion en esta entrada es que es mucho mejor buscarse otro. Un abrazo

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