domingo, 2 de diciembre de 2018

Fallos de memoria alarmantes



Antes me ponía de ejemplo.  “No se preocupe, a mí también me ocurre”.  Inolvidable el recuerdo del despiste de  cuando me trasladé a Madrid a iniciar la residencia  de neurología.  Mi peine en la nevera de mis parientes que  escrupulosamente respetuosos con su invitada… ni nombrarlo… hasta que se me ocurrió preguntarles si lo habían visto por algún lugar de la casa. Aún nos reímos.
Despistes que se suelen atribuir a falta de atención. Desde luego, mientras uno deja un peine en la nevera está pensando en todo menos en el peine. Ante un paciente preocupado por sus despistes, siempre trato de explicarle que lo realmente preocupante como posible inicio de un deterioro cognitivo camino de una demencia no es el despiste en si mismo sino la frecuencia o números de objetos perdidos, olvidos, repeticiones que nos ocurren a lo largo del día. Como una balanza; una balanza claramente a favor de un buen rendimiento en nuestras actividades cotidianas.  Por otro lado, también debemos tener  en cuenta la categoría del despiste en sí mismo. Pues, si un despiste del tamaño de un peine en la nevera, se va repitiendo con asiduidad, la consulta al especialista en despistes es más que aconsejable. Algo en la línea del  ejemplo de quien se ducha, se viste y acto seguido se vuelve a duchar; evidente lapsus llamativo y preocupante; de ocurrir puntualmente; perdonado. Pero, si ocurre  regularmente, pues no es normal. 
Como la medicina no es matemática  y  no se trata de contabilizar los despistes y consultar o no al especialista en base a ello, lo aconsejable es visitar a un neurólogo y,  éste, en la propia visita,  valorara  la importancia del problema. “No se preocupe… eso también me ocurre a mi”…   solía comentar, solía, pues, desde hace unos pocos años… ya no, ahora, además de ello,  suelo añadir… antes me ponía de ejemplo para tranquilizar a mis pacientes, ya no, continuo rindiendo  bien, incluso mejor pues los años me han dado esa dosis de experiencia  importantísima que no se aprende en los libros ni en los congresos sino en el día a día de la práctica clínica, si bien, antes me acordaba a la perfección de la historia de un paciente que había consultado meses atrás sin necesidad de recurrir a los datos apuntados en su historial, ahora no, ahora, incluso la cara,  su problemática, no diría  borrada, sino obnubilada entre el conjunto de pacientes, y no ya meses,  apenas un par de semanas atrás, o reviso su historial o debo deducir lo que no recuerdo y no recuerdo pues mi memoria no solo ya no es la que era -algo absolutamente normal por la edad-  sino que ahora comienzo a pensar que  debería preocuparme y someterme a la consulta de otro neurólogo. No sé bien, la edad no perdona, pienso, en todo caso, ya no me pongo de ejemplo.




                                               

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