domingo, 12 de febrero de 2012

El cerebro de Garzón

 Ni para saltárselas, ni sagradas. Eso  opino sobre las normas.  Simplemente las sitúo  claramente por  debajo de mi propio  sentido común y  valores.  En caso de confrontación, me suelo aguantar - qué remedio-  y   trato de  cumplirlas  aunque,   en ocasiones,  me las salto, lo confieso.  Por ejemplo,  en  plena autopista  de Logroño a Bilbao   sin más coches que el mío;   a  pesar de amenazas de  multas y puntos,  no  me puedo contener y  acelero lo justo  para no parecerme a mi misma un  burro cumpliendo obligaciones  que deberían amoldarse con mucha  más precisión a cada situación y  tramo, hablando   de  carreteras.
 Otra cosa es que un juez se salte las normas aunque sea en  aras de la justicia.  No lo acabo de asimilar.  Si uno es  juez,  si  uno basa su razón de ser en  las leyes;  estudiando, ejerciendo,   leyes y más leyes  hasta en la sopa…  pues, por muy loable que  resulte el fin, si  uno de ellos  decida saltarse aunque solo  sea una ley…  el asunto  me parece   un sin sentido que debería llevar  al propio juez en cuestión a apartarse voluntariamente  de  la justicia y dedicarse a otros menesteres;  la política, por ejemplo. Dicho esto, once años de inhabilitación, sin entrar en temas que desconozco  para opinar,  lo siento, pero, en este caso,   no solo opino sino  afirmo  que me parece completamente  injusto;   un disparate con claro olor a venganza de quienes lo último que  deberían  ser  es  vengativos dado su profesión. 
El cerebro de Garzón. Cada profesión trabaja y estimula determinadas áreas cerebrales.   El músico  desarrolla   el lóbulo temporal derecho especializado en el análisis de la música.  ¿Y los jueces?  Desde su época universitaria, leyendo tratados y más   tratados, tomando decisiones, mandando a unos a la cárcel, absolviendo a otros… sin duda  potencian la memoria, la capacidad de análisis… también  el  sentido de la justicia,  la obligación de cumplir las normas;  dos  valores que en determinados  casos  pueden  resultar  contradictorios.  Generalizando - que no se interprete como tema Garzón- Lo siento, señor, tiene usted toda la razón del mundo;  a su abuelo lo mató  un señor que ya está  muerto y que debería haber pagado por ello…  ya sabe usted, pasado un tiempo, el delito prescribe,  lo sé, lo sé,   no es justo, nada justo  pero…  Ahora que caigo…  dado mi carácter, menos mal que no se me ocurrió  ser juez.