miércoles, 15 de febrero de 2012

¿Tanto cuesta razonar?

Menudo patinazo, señora alcaldesa. Es curioso… el asunto en cuestión sucedió hace tan sólo un par   de semanas y  no solo ha perdido actualidad, sino que  para unos  habrá caído en el olvido y para otros ni siquiera fue noticia al no enterarse. Entre tanto despropósito; a otra cosa, periodista. Y así los políticos sobreviven sin prácticamente despeinarse a pifias y meteduras de pata para enmarcar.
Recurrir al voluntariado en tiempos de crisis, por ejemplo. En principio, bien planteado, pudiera  ser de indiscutible utilidad para muchos proyectos comunitarios  inhabilitados por no disponer de recursos una vez dilapidadas las cuentas públicas entre obras y mangoneos de todo tipo. Bibliotecas, centros cívicos, polideportivos...  Voluntarios del mundo venir a trabajar gratis para la recién estrenada alcaldesa de una  capital estupenda para visitar.  La réplica en la red fue inmediata. Trabaje usted de alcaldesa voluntaria, señora. Realmente,  a quien se le ocurre lanzar una idea con  tan poca gracia y empatía.
Pensar antes de hablar. Reflexionar. Razonar. La capacidad de razonar del paciente sospechoso de demencia se explora  con unos protocolos  de preguntas  tan simples que, en muchas ocasiones, los neurólogos  las  obviamos  para evitar  ofender  a la persona  en estudio.   Una pera y una manzana son fruta. ¿Qué son el perro y el gato? entre otras preguntas más o menos en la misma línea de dificultad. En muchas  ocasiones, recurrimos a  la  anamnesis y una conversación informal con el paciente para puntuarlas como correctamente  contestadas sin haberlas mencionado explícitamente. No pretendo poner en entredicho los cuestionarios  referidos, sino que los comento para  resaltar que la  capacidad de razonar considerada como  no patológica está al alcance de la mayoría de mortales;  pacientes con demencia de grado leve o moderado, incluidos. Alguien  que pretende liderar un proyecto de voluntariado y lo plantea de una manera tan poco afortunada; una de dos; o  tiene una demencia avanzada o tiene  un problema a otra escala.  Pensar es hablar con uno mismo y pensar, en general, se piensa menos de lo aconsejable, pero,  si el lenguaje  está conservado, la capacidad de pensar no tiene porqué estar alterada a no ser que uno presente determinada patologías psiquiátricas que alteran el contenido del pensamiento.
Resumiendo,  el  patinazo comentado  no es debido a fallos en el  funcionamiento mental. Un problema de tallaje, se me ocurre. Cargos o responsabilidades XXL en personas S.  Normal, todo muy normal,  diagnosticaría un neurólogo en su consulta sin necesidad de exploraciones complementarias. Por cierto, tampoco por la ciudad de los mecenas de Gaudí  andan las cosas para presumir.  Suena el silencio como gran canción.