miércoles, 11 de abril de 2012

El arte de escribir

Estoy leyendo 1Q84 de Murakami. Bárbaro. Admirable.  Desde las primeras frases, su sensibilidad exquisita, fluido, sereno, elegante, un profesor de matemáticas; discreto, talentoso,  una asesina deliciosa, absolutamente deliciosos; cada personaje, cada  historia, reflexiones en un pozo,  una escalera  entre autopistas,  la habitación de un hotel... autores como Murakami resultan imprescindibles si pretendemos que nuestro cerebro -entre redes e imágenes-  no  retroceda en  palabras y contenido.   El arte de escribir.

La lectura y la escritura. Mientras el lenguaje hablado se estima  se  inició   hace unos 100.000 años, la invención del alfabeto, es decir, símbolos escritos en representación de sonidos que nos permiten transmitir y preservar conocimiento de generación en generación,  la palabra escrita  como gran impulsora  de la cultura, tan solo lleva una andadura de 6000 años. 6000 años de lecturas imborrables como las historias de Murakami. ¿Para cuándo el permio nobel?

Al  margen del talento innato  de unos pocos, como resalta Vargas Llosa en sus clases magistrales sobre el arte de escribir;  lo más difícil ya lo conseguimos; aprendimos a hablar. Nuestra maquinaria cerebral  del lenguaje es capaz de entender palabras y generarlas con una eficacia inexplicable. Reconocemos y encontramos la palabra que necesitamos prácticamente en el acto. Las palabras se seleccionan  de    un léxico o diccionario mental. ¿Dónde se localiza? ¿Cómo se organiza? ¿Cómo accedemos a él? Entre una  infinidad de preguntas que  las neurociencias  llevan años tratando de responder.  Y,  sobre el  lenguaje, hay interesantísimos descubrimientos; hoy tan sólo resalto los  6000 años de lectura;  Murakami no puede  esperar.