viernes, 18 de mayo de 2012

Atreverse a preguntar

Escribiendo la entrada sobre la maldad,   sin previas lecturas especializadas sobre el tema, sin más armas que mis conocimientos sobre el cerebro, basandome fundamentalmente en  mi experiencia como neuróloga, me vino a la mente una imagen curiosa de mi adolescencia. La pelmaza de la clase levantando la mano. Las miradas cruzadas entre las amigas, mitad divertidas mitad enervadas. Opinar. Preguntar de modo espontaneo. Ahora que pienso, desde  niña he sido poco propensa a lanzarme a la piscina en congresos y demás actividades o coloquios. Llegado el turno de preguntas, no es que me quede callada por sistema  pero, reconozco que tengo cierta propensión a retraerme. La experiencia me dice que es una actitud compartida con la mayoría. Luego está el que en vez de preguntar nos suelta sus conferencia personal; otro modelo de lo que no se debe hacer.

!Y qué importancia tienen las preguntas acertadas! Reflexiones que contribuyen a pensar más allá de lo estrictamente estudiado. A plantearse otras preguntas. La mejor manera de aprender. Con los años te das cuenta de  que de cada paciente se podría publicar algún dato de interés general. Detrás de cada afirmación, existe una pregunta inteligente, una respuesta que abre otra pregunta. Metiéndome en el saco; quién no pregunta, tiene un problema. Pienso. Un problema de formación. Recuerdo cuando la profesora elevaba la mirada y se mantenía unos segundos en silencio como buscando   a quien preguntar. Procurabas hacerte la despistada. Ni mirarla. Esconderte si hubiera sido posible. Aunque supieras la respuesta. Aunque la respuesta fuera sencilla de contestar. Con tal de no salir al estrado. No sé  bien que técnicas de educación son las adecuadas para estimular al niño a preguntar.  Responder sin miedo.   Hablar en público. Qué importante  sería encontrar la manera de animarle  en ese camino hacia la pizarra, hacia la mano levantada. Por cierto, a ver si averiguo que ha sido de mi amiga la pelmaza de la clase...  así me la imagino, descanso merecido. 

 Foto entrada en F. de Paula Llull