jueves, 13 de diciembre de 2012

Calidad de muerte


Menudo tema. Lo siento, amigos, la asignatura ni se estudia, ni se nombra, pero toca. Como médico formado y dedicado a la calidad de vida del paciente, ha sido necesario la cercanía afectiva con la enfermedad  para que focalice esfuerzos, consultas y estrategias  orientadas a conseguir que  la situación  sea lo menos traumática posible una vez llegado a ese punto sin retorno.  Me explico y resalto.

Los mórficos son una excelente solución para aliviar  muchos procesos terminales que cursan con dolor, sin embargo, no  todo el sufrimiento que comporta el final de un elevado número de  enfermedades se resuelve con dichos fármacos. La sedación mediante otras medicaciones se presenta como necesaria en  muchas ocasiones planteandose a menudo  el dilema  entre  sedar  o sufrir -no sólo a nivel  físico sino también emocional- evitando en lo posible  terminar de modo activo con la vida del paciente. Curar y no matar es la misión del médico, señores; calidad de muerte; menuda asignatura suspendida en tantos casos.   

La eutanasia pasiva y activa. No me adentraré en un fondo sobre el cual no me he dedicado a lo largo de mi vida profesional. Solo pretendo apuntar  en la dirección en que tarde o temprano la sociedad  se verá destinada a afrontar de frente.  Cuántas aristas me vienen a la mente de bote pronto. El cansancio ante la prolongada enfermedad no ya por parte del paciente sino por parte de su entorno,  por ejemplo. Al paciente  le corresponde decidir sobre su final, por supuesto; pero el asunto no es tan sencillo como parece. Ni las fuerzas, ni la mente, ni los medios, ni el conocimiento adecuado…  hasta cuando si,  hasta cuando  no;  un tema realmente  complicado.
 
La sociedad envejece. Las residencias se llenan de casos que viven sin vivir en sí, pero  terminar con estas vidas porque ya no viven como nos gustaría que vivieran ni es de recibo ni debe plantearse así. Testamento vital; buen camino,  pero me temo que ni mucho menos suficiente. Cada caso con sus particularidades, sus límites. Sólo se me ocurre una solución: debate y debate,  cada paciente es un mundo, una historia, una vida, una muerte, afrontemos el tema desde  la reflexión; calidad de muerte; buen comienzo para arrancar  el debate, pero, sobretodo, un gran respiro para vivir  mejor lo que nos queda del día.   

Foto entrada F. Alicia Nuñez