viernes, 3 de mayo de 2013

De sorpresa en sorpresa


De sorpresa en sorpresa, la última me ha recordado a una película de hace un montón de años. Lunas de papel. Ryan O’Neal y su hija -una niña rubia con aspecto angelical- llamando a la puerta de las casas de personas recién fallecidas  previamente seleccionadas por la correspondiente revisión de esquelas. La biblia; creo recordar era el libro encargado por el difunto antes de morir y que ahora sus familiares debían abonar. Realmente, entre la vida y la muerte queda un vacio tremendo, demasiada distancia, vértigo y desconcierto, además de oportunistas y ladrones más o menos rubios.

Durante la enfermedad se sufre, se muere  por dentro y por fuera, sanos y enfermos, pero mientras el corazón late, su mera presencia te ayuda a vivir, reír, desconectar, incluso dormir. Luego llega el vacío, la vida pasa a ser otra cosa.  Y nuestro cerebro se muestra desconcertado. Supongo que es un cúmulo de vivencias y sensaciones que se resumen con la palabra llamada duelo.

Adaptación al medio. En eso estamos. Y hablando de duelos, se me ocurre hablar de esta maldita crisis. O no, mejor otro tema, la primavera, el buen tiempo, el viaje a la Provenza en  Jaguar programado para dentro de un par de semanas, cuatro en la carretera, lo siento, pero hoy no logro encontrar el tema docente habitual en cada una de mis entradas. La palabra duelo no me inspira más que vacio, un nudo a desenredar... ya lo tengo, - el tema, no la solución a lo que solo soluciona el tiempo- una joya del pensamiento: George Steiner y su libro errata que se adentra  -entre otros campos- en  su gran pasión por la literatura y la música con la maestría de esas personas únicas e imprescindibles.  En relación al  enigma de  si se  originó primero  la palabra o la música, aporta una reflexión para enmarcar;  la música está constituida por una inhumanidad elemental en el sentido de que es ajena a la verdad y falsedad. Mientras que la música no miente, no puede mentir, la falsedad de la vida es una función irrecusable del lenguaje. Así pues, además de leer a Steiner, más música y menos palabras, amigos, en especial para los que nos encontramos en plenos trances o duelos, o como la música se nos ofrezca a acompañarnos, buen fin de semana.


Foto entrada F. por A. Nuñez
Photo Katarina