martes, 20 de marzo de 2012

La toma de decisiones


El jardín de los senderos que se bifurcan;  el gran Borges, inmenso, erudito,  aún recuerdo como me impactó la lectura de este extraordinario relato.  Un camino u otro, los caminos que no escoges, qué hubiera sido de tu vida si en vez de casarte con el  amigo del hombre de tu vida te hubieras casado con esa persona por la que hubieras saltado barreras, escapado  al mismisimo   infierno. Leyendo Libertad de Jonathan Franzen  he vuelto a resucitar un tema que tanto me ha inquietado desde  mis primeras lecturas,  aventuras, decisiones. 

Libertad mantiene la tensión y el ritmo de las grandes novelas,  fascinante, en especial, por el contenido psicológico de sus personajes; actuales, vivos, contradictorios.  A mí, en concreto, ya desde su inicio  me trasladó  a ese tiempo     en que sin experiencia  te ves en la encrucijada de elegir, a  ese  jardín de los senderos  que  se bifurcan,  a esas  dudas sin respuesta  sobre lo que pudo haber sido y no fue.

La toma de decisiones. Qué tema más apasionante. La mente enfrentada a  caminos alternativos. Cuando hace un par de años asistí  a la conferencia magistral  del   prestigioso neurocientífico    Michael  Gazzaniga, desconocía los avances de la ciencia  al respecto. Con elegancia y  gran  capacidad de comunicación,  las conclusiones expuestas por  el eminente invitado me parecieron de enorme interés.

Realmente las neurociencias están llegado a un punto donde toda pregunta   parece factible  de  ser contestada. A través de  las  novedosas  técnicas de neuroimagen  se puede ver  el  cerebro en acción: pensando, memorizando, hablando...  tomando decisiones. Las áreas estimuladas por uno u otro ejercicio mental, se encienden. Te metes en el aparato; piensas tal o cual cosa y determinadas areas se iluminan. Pues bien; resulta  que nuestro cerebro  enfrentado a distintas opciones sigue los siguientes pasos. En  primer lugar las analiza, luego escoge la que considera  oportuna y sólo después  nos enteramos, ósea,  antes de que seamos conscientes de la decisión tomada, nuestro cerebro ya ha decidido por nosotros.  Una conclusión   tan obvia como  extraña y polémica  pues pone en tela de juicio un concepto especialmente arraigado en nuestras neuronas como es el de la libertad. ¿Libres? ¿Libres? ¿Somos realmente libres si  es nuestro cerebro el que toma las decisiones por nosotros?  Tú o tu cerebro. ¿Acaso no somos nuestro cerebro? Cuestiones existenciales al margen, parece lógico que sea nuestro cerebro el que decida cual o qué camino tomar por mucho que salten chispas y quemen nuestro ego más elemental.   

Las sorpresas no han hecho más que empezar.  El cerebro ético, el cerebro social, ¿Qué nos hace humanos? Entre los principales libros divulgativos de este colosal  investigador con el que tuve la suerte de compartir una encantadora cena.