sábado, 29 de septiembre de 2012

Cerebro de elefante


Y, de repente la lluvia. Gris y triste, sabado de cama. Y, sin embargo, ya tocaba, buena para el campo, las plantas, el verde en las últimas, así que habrá que alegrase por ello. Demos pues la bienvenida al otoño y recemos  para que traiga agua en su justa medida… en su justa medida… qué pocas cosas ocurren en su justa medida… llegarán tormentas, riadas y cosechas al garete,  habrá que resignarse, menudos tiempos más complicados.  Dudo si seguir escribiendo en un día como hoy,  la verdad, me siento como esa madre que sufre porque su hijo cincuentón cogió el coche en un día de lluvia y hasta que llegué a su destino no respirará tranquila; me siento como esos empresarios catalanes que comienzan a temer  por sus negocios en un territorio sobre el que planean  incertidumbres más allá de lo deseable para hipotéticos inversores.   ¿Qué querrá la mayoría? Confiemos en la gente,  en mayor o menor medida, circunstancias y mareas; todos influenciables, no obstante, hasta cierto punto.  “Si se da un proceso de secesión, el juicio de la humanidad exige que dicho pueblo declare las causas que lo impulsan a la separación  EL RESPETO DECENTE” se titula el excelente artículo del catedrático de derecho constitucional  J. Pérez Royo que acabo de leer  mientras desayunaba  ojeando el País.

Al llegar a casa  he abierto mi blog. Cataratas y elefantes. Más de mil entradas. No acabo de entender semejante éxito. Indago en las estadísticas y averiguo que  ELEFANTES es la palabra clave consultada.   Dado  el contenido de dicha entrada, imagino la decepción de los entrantes. No obstante,  aprovechando el tirón,  se me ocurre otro apunte sobre  elefantes, eso sí, dejo intacto el inicio, mis disculpas por adelantado a los amantes de dumbo y compañía.

Tamaño cerebral y conducta. Los estudios al respecto concluyen que las especies que manifiestan conductas más complejas poseerán encéfalos relativamente más grandes. Imagino el cerebro del elefante. Enorme. Y, sin embargo, la conducta de dicho animal, sino elemental, dista mucho de ser la de Einstein con su cerebro compartivamente enano. Así pues, los estudiosos del tema no tardaron en encontrar formulas para calcular  el tamaño relativo del cerebro en función de la talla corporal, el peso, hasta dar con el llamado cociente de encefalización (CE). Cumpliendo con la lógica comentada, a la especie humana se nos otorga el mayor de los cerebros. Le sigue el delfín que -aún reconociendo su inteligencia- tiene un CE sorprendentemente elevado. A continuación el mono y el cuervo con un CE más o menos equivalente; curioso.  ¿Y los elefantes? Pues entre el gato y el cuervo, al menos, más cerebro que las ratas… me alegro… un saludo agradecido, grandullones, os debo dos, o tres, pues ya estoy de mejor humor. ¿ Qué tendrán los elefantes?