jueves, 13 de septiembre de 2012

Familia y enfermedad


Las correcciones, de Jonathan Franzen,  ha sido otro de mis descubrimientos de este verano. Entre cafés por el pueblo, saludos, amigos, la playa, baños y más sol del acostumbrado; no me han faltado mis ratos de lectura tumbada en el sofá del salón abuhardillado de la casa familiar con vistas al cielo y al verde del norte.  

Expuesto sobre las mesas de  una de mis librerias preferidas, en  cuanto lo vi sin buscarlo, ojeé la contraportada e inmediatamente lo seleccioné. Meses atrás,  había leído  Libertad   del mismo autor y me había parecido un novelón de referencia. Escrito unos cuantos años antes, las correcciones  apuntaba en la misma dirección:   la familia o ese  gran  caldo de cultivo universal. Angustias y contradicciones enmarcadas en distintas épocas y lugares. En este caso, norteamérica  a finales del siglo XX  y centrado  en un tema de especial interés para mí: la enfermedad de Párkinson con  los consecuentes  problemas en la actividad cotidiana que acarrea. Una enfermedad que el cabeza de familia de esta esplendida novela sobrelleva a su manera, mientras su mujer pretende que se adapte a la suya; qué espabile, qué se esfuerce para que nada cambie; sus cruceros, su casa,  sus hijos y sus respectivas  vidas; conseguir reunirlos para celebrar las navidades todos juntos no le va a resultar tarea sencilla.

Ese equilibrio o falta de equilibrio entre una pareja cuando uno de los dos enferma. Real como la vida misma. Tantas combinaciones y matices  como parejas. Qué dificil. A veces, casi imposible: uno minimizando, otro maximizando.   “Todo el día sentado viendo la televisión, doctora, dígale que camine, que se levante". "Claro, claro, cuanto más ejercicio físico y mental realice el paciente mejor, aunque, ojo, pues caminando así; dos pasos y se caerá, ósea que necesita ayuda por mucho que no le guste pedir ayuda".
 
En fin, en lineas generales,  se trata de encontrar el equilibrio apropiado; la ayuda necesaria sin sentirse un inválido, mantenerse en la medida de lo posible  dueño de si mismo, de sus decisiones y actividades, su ritmo, su vida;  una vida que cada uno debe tratar de sobrellevar a su manera una vez ha recibido las pertinentes recomendaciones médicas. Difícil reto. Y los hijos   en medio... más o menos cercanos, menos o más interesados...   “Esta casa es  demasiado grande para vosotros dos solos, deberíais  trasladaros a un piso más  pequeño,  más  adaptado a vuestras necesidades, vuestros ahorros...

Terminé las vacaciones. No terminé el libro. Lo terminaré  en breve. ¿ Pasarán los Lambert las navidades juntos? Apuesto a que sí, pues, a pesar de los pesares, -tejado, suelo, paredes- la familia es la familia.  Lo que sucederá, es otro cantar.  A ver como nos sorprende Franzen.


Tejado del restaurante " la Balsa"
Foto: Cristina Güell/ Emilio Lekuona